Por placer se vive la tortura del perro que lame la mano que le pega, aunque a veces deje escapar algún mordisco.
Por miedo, ese perro no se va de la casa que le ofrece migajas, día de por medio.
Por fidelidad corre el perro buscando a su amo cuando éste no aparece.
Por pendejo, este perro es sólo un animal de compañía.