Querido reflejo:
Te escribo en esta ocasión para decirte que estás un poco demacrado, tu cara se ve grasosa, tus poros están tapados, tus lentes están sucios, tu bigote es horrible, tu barba es un chiste, tus dientes amarillentos y tu mal aliento son perturbadores, tus ojeras son imperdonables, tus cejas ya no son dos, tus ojos rojos me dan grima, tu cabello desaliñado es un asco, tus orejas tienen granos, tu cuello está como para plantar tubérculos, tu franela tiene manchas por doquier, tus brazos flácidos y debiluchos me dan sueño, tus uñas están negras y cabe destacar que no es porque te las pintes, tus pantalones están caídos, esos interiores son de cuando tenías 16 años y tienen agujeros, tus medias no tienen liga, tus zapatos ahora poseen ventilación propia por los empeines y tú, reflejo, tú en general, das lástima.
Menos mal que yo estoy bien conmigo mismo, ve si algún día haces algo para ser más decente, reflejo pordiosero.
Con mucho cariño: El otro lado del espejo.