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El carnavalito en Caracas

Nunca había sospechado del grado de violencia impregnado en la chusma hasta que tuve la oportunidad de vivir el carnaval de Sabana Grande. Y menos mal que fue menos de dos minutos, porque eso de lanzarse botellas de cerveza y latas de tángana no es mi deporte predilecto. ¿Pero por qué soportarlo? ¿Por qué cargar en nuestras espaldas la cruz del salvajismo perpetuo? No me importa que quieran jugar entre ellos, pero ¿cuál es su empeño en jugar con gente que NO quiere jugar? No entiendo la necesidad de martirizar -en sentido figurado, claro- a otras personas arruinándoles sus días libres.

Porque sí, me arruinaron mis días libres con sus estúpidos y ridículos "disturbios" sin sentido. No apruebo el salir de una "fiesta" con heridas sangrantes y esposas en las muñecas, directo a la comisaría. No, gracias. Deberían existir barreras para que los separen de la gente decente cuando les den sus ataques de locura desenfrenada digna de un aquelarre, qué se yo.

No lo digo porque estén acostumbrados a ese tipo de ambiente. Quiero decir, no se justifica su comportamiento. No se puede inferir que son unos salvajes porque están expuestos al salvajismo diariamente. Conozco personas que viven en lo más recóndito de los bajos -o más bien altos- barrios. Sí, a esos a los que hay que subir en una escalera más interminable que la de un templo chino o pirámide azteca. Estas personas conocidas mías, que en su minoría son de mi agrado, gozan de una excelente educación y su comportamiento es tan pulcro como el mío.

Entonces, ¿por qué? No es un llamado que procure concientizar a la población, a esa ya la doy por perdida. Sólo será mi mente desgarrada por el dolor que ocasionan las zarpas de la incultura, la ignorancia, el propio salvajismo; aquel que golpea en vez de pronunciar palabras, aquel para el que las palabras correctas son solo eufemismos, en el que la burla y el balbuceo son el pan de cada día. Pero no pretendo dar un discurso moralista, en lo absoluto. Solo deseo quejarme abiertamente, hacer catársis de este horrible trauma. Quisiera mejor plantar la semilla del progreso en sus mentecillas. Construir museos dentro de sus mundos. Enseñarles a Chopin, Tchaikovsky, Beethoven, Vivaldi... En fin, anhelo enseñarles colores, horizontes y nuevos paisajes para explorar.

No me gustaría que mi idea tan altamente altruista se quedase en la sombra de unos archivadores viejos y sucios. No importa, ya sé que ser escuchada a esta edad es una mini odisea, pero ya sabrán de mí.

Wuahaha (?)

_____
Si pudiste leer todo el texto y no te diste cuenta de que no era José, debes irte a freír monos. Es en serio. Anyways, sólo relatando la terrible experiencia de tener que bajarme en la estación de Sabana Grande para ir a mi casa un día de carnaval como a las 8 40 pm.

Gracias por su atención, me despido =) Karen

P.D. Ah, agradezco reflexiones al respecto (?).








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