ADVERTENCIA!!!




El Blog en el que acabas de entrar está lleno de opiniones personales, probablemente no actualizadas a la visión del autor al momento de que entres en este espacio.

RECIBO COMENTARIOS TANTO POSITIVOS COMO NEGATIVOS.
NO TE QUEDES SIN OPINAR... DEBAJO DE CADA ENTRADA HAY BOTONES PARA QUE EXPRESES SI TE GUSTÓ O NO!!.


Disfruta tu estadía en una porción externa de mi mente...

Anécdotas con el plátano... Grrrrrrrr...?

     Me cuenta mi mamá, que cuando era pequeño me gustaba mucho el plátano frito, las "tajadas" como popularmente se les conoce. Me gustaban tanto como para comérmelas recién salidas del aceite, calientes y asesinas de lenguas. Resulta, pasa y acontece que no sabía decir "plátano", sino que me tocaba decir "tánano" (con acento y todo, eh).

     La cosa es que, un día -me cuentan- se encontraba un tío mío en la cocina de la casa comiéndose un pan, entonces me acerco y le pregunto: "tío Miguel, ¿qué comes?" a lo que él, tratando de joderme, responde: "tánano". Me imagino la cara que habré puesto, siendo adicto al "tánano", reconocí que eso que él estaba comiendo no lo era (ojo, que no lo recuerdo, simplemente me lo contaron).

Al parecer la cosa fue así (marcando con "T" a mi tío y con "Y" a "yo"):

Y- tio Miguel, ¿qué estás comiendo?
T- tánano
Y- no, en serio, ¿qué estás comiendo?
T- ¡tánano!
Y- tío Migueeeeeeeeeeeeeeeeeel ¡¡¿qué estás comiendo?!!
T- ¡¡¡estoy comiendo tánano!!!
Y- andaaaaaaaaa, dime ¿qué estás comiendo?
T- ¡¡un pan!!, ¡¡me como un pan!!
Y- dame tánano...
     Al parecer, el cazador terminó siendo cazado.

     Pues en el presente la cosa no cambia mucho, soy fanático del "tánano" aunque ya aprendí a decir "plátano" (tres "hurras" por mí). Pero lo pienso más de dos veces antes de comerlo recién salido del aceite, no soy tan pendejo, creo.

     La siguiente anécdota refuta mi comentario pasado acerca del grado de "pendejez" o "pendejocidad" (como quieran llamarlo) que poseo.

     Hace algunos años (sí, no miento, fue hace años, lo juro) estaba tranquilamente en la casa haciendo cualquier cosa que en realidad no recuerdo y me acerco a la cocina. En la mesa, un plato lleno de tajadas me invitaba a devorarlas y entrar al paraíso. Le quito la "tapa" transparente que protegía a los plátanos del ataque de las moscas y me abalanzo hacia mi objetivo, tomo uno y lo meto rápidamente en mi boca. Para sorpresa mía, sabían asquerosos, eran una porquería así que voy hacia donde está mi mamá y le digo: "mamá, esos plátanos están dañados" a lo que ella responde: "ni están dañados ni son plátanos, son berenjenas".



Desde ese momento odio las berenjenas...








2 comentarios:

Marii dijo...

HAHAHAHAHAHAHA
qué pajúo, vale xD

A mí me encanta el tánano ^^
frito, a la plancha, horneado, sancochado, en tostón, dulce... Como sea *.*
Pero nunca lo confundí con berenjena :) las cuales por cierto, no me gustan casi u_u

Tropiezos y trapecios dijo...

Jajajaja, ese fue tu castigo por haber traicionado a los tátanos y haberte aprendido su nombre correcto.

Siempre se vengan :-)

Divertida anécdota la que nos dejas.

Un saludo.

Oski

Publicar un comentario

Inspírate, déjame un comentario...




Advertencia

El contenido de este blog podría no reflejar el pensamiento actual del autor. La bajo su propio riesgo.

Hey, mira estos...

Trato de escapar, pero ellas me siguen...

Contador