Decidido, acabado, terminado, destruido, finiquitado. Me sobran brazos y me faltan hombros, una sola cabeza no es suficiente para todo lo que implica. Un corazón endeble y efímero, acortando su vida útil cada día, agotado, confundido, vulnerable.
Calor y frío, son lo mismo porque ambos me faltan. Soledad y compañía, son lo mismo porque ambos me sobran.
Se necesita tanta gente para hacerme sentir solitario que creo que ya han logrado su objetivo: terminar conmigo.
Derrumbe emocional, sangre que corre, que huye, que se escapa, pero que sigue en mi cuerpo, aún, sin derramarse, aún.
Necesario es caer para poder levantarse. El único requisito para llegar es no estar. Y hoy, no estoy ni llegaré; no estoy caído pero tampoco estoy de pié.
Profundo abismo absoluto de oscuridad innegable por donde he vaciado lo que sin esfuerzo llené.
Al terminar esta odisea, el barco se hallaba a la deriva, pero tan en la superficie como un pulpo.
Un barco que nunca tuvo velas ni capitán. Un barco que nunca tuvo brújula ni mapa. Un barco que nunca tuvo timón ni astrolabio. Un barco con sólo dos tripulantes, remando en sentidos contrarios. Un barco que se hunde bajo el efecto del remolino creado por los remos. Já!, remos que crean remolinos, qué conveniente.
Abismo arremolinado, remolino abismal.
Porque al final sólo somos animales y sólo como ellos nos comportaremos.
Al final Darwin tenía razón.
Al final, todos llegaremos al mismo final.
Al final, encontraremos que no siempre es feliz el final.
Al final, hemos llegado al final.
Al final hemos llegado al final.
1 comentarios:
Qué buenísimo está.
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